viernes, 21 de diciembre de 2012

deseos inesperados de Navidad

















Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.
.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
.
Te deseo que siendo joven
no madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa y
la risa constante es malsana.
.
Te deseo además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
y que por lo menos una vez por año
pongas algo de ese dinero frente a ti y digas
"Esto es mío"
sólo para que quede claro
quien es el dueño de quien.
.
Te deseo por fín que
siendo hombre, tengas una buena mujer
y que siendo mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al dia siguiente,
y que cuando estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
.
Si todas estas cosas llegaran a pasar
no tengo más nada que desearte.


Feliz Navidad para todos.



 
textos de Victor Hugo, recompuestos por Victor José Tovar,al que me une el mundo de la gimnasia, y ahora su amistad.  




jueves, 13 de diciembre de 2012

el mundo en el fin del mundo















Me lo reveló mi amigo Víctor Vallejo, lo que el espíritu busca no es otra cosa que libertad y aventura. Probablemente algo de ese deseo haya en mí, un afán inconsciente por la libertad, y un deseo constante de aventura.  Es posible, pero ni afanes ni deseos tan enormes como los que sin  esperarlo me he encontrado esta mañana por aquí, en la Casa del Reloj, del ahora restaurado Matadero al lado de ese hermoso parque que es ahora Madrid-Río.
Se trata de una exposición de fotografías de Sebastián Alvaro, a lo largo de muchos años de su vida de aventurero, donde ha ido recogiendo impresionantes imágenes y momentos únicos, de la tierra, en zonas muy alejadas, donde la mano del hombre apenas ha alterado el paisaje.

A través de su mano y su mirada es un regalo y una sorpresa  poder contemplar a punto de estallar un volcán en Islandia, ver navegar un bloque cúbico de hielo en la Antártida , ver de cerca las lejanas  montañas de Paquistán, sentir la inmensidad de los desiertos de Egipto y de la China, hacernos cargo de  soledad de las montañas del Nepal, del miedo y el frío de una  travesía en barco desde las Malvinas, de lo que es andar por los solitarios hielos de los dos polos, del aterrizaje en helicóptero en un hongo gigantesco de hielo y nieve ,de un descuelgue en cuerda por las islas perdidas o un descenso en piragua por el río Indo. .

Imágenes todas ellas cargadas de emociones, de riesgo, y por mi parte de justa  admiración, por la magnitud del reto, y por la posibilidad de contemplar de alguna manera algo que nos hable  del universo en ese mundo buscado en el fin del mundo. A través de ellas  nos llega también unas veces algo del  miedo sufrido,  otras del frío , otras del calor y la deshidratación. Sensaciones físicas al límite que quizá alguno pudiera pensar si merece o no nunca mejor dicho la pena y el sufrimiento que han conllevado.

Sin embargo gracias a estos exploradores de la tierra, que no hay que verlos de ningún país en concreto, sino como patrimonio vivo de la humanidad, llegamos a tener una medida no solo del tamaño de estos rincones del planeta, sino también del tamaño de nosotros mismos, y de la  capacidad de romper límites una y otra vez .También de la posibilidad de realizar unos retos imposibles, que demuestran que el hombre es capaz de mucho más de lo que uno se creería en su pequeño mundo de cerca.

Al lado de estas travesías del desierto, o de romper el hielo en Groenlandia, al lado de las ventiscas heladas o de las tormentas de arena, nuestras pequeñas quejas por el camino de las pequeñas cosas que nos ocurren, la verdad es que son quejas un poco pobres y faltas de miras.

En esos rincones inhóspitos, la resistencia física no es otra cosa que al fuego o al hielo, a veces hielos solitarios como los de la Antártida, o a fuegos dorados y llenos de belleza como los del desierto de Egipto. A veces el hielo y el fuego unidos en un mismo punto, como en los volcanes de Islandia. Tan al límite todo, que la propia supervivencia queda siempre en peligro, con la amenaza  de que el hielo congele tu sangre, o de que el fuego te destruya. Sinceramente me quedo impresionado. Gracias a estas aventuras nos llega algo de esos  rincones solitarios de la tierra, una tierra de que pudiera parecer callada y quieta, pero que está  viva y en constante proceso de renovación. Ahí, en esos rincones grandiosos y solitarios, inertes y muy vivos a la vez, la mirada del hombre, puede ser de muchas maneras, pero a mí me ha sorprendido una mirada emocional de Sebastián Alvaro, que nos conecta con nuestros sentimientos.

Los hielos y los fuegos, nos hablan de nosotros mismos también. De nuestras pasiones y de nuestras tristezas. Lo que contemplamos, viaja con nosotros. Lo que escalamos venciendo nuestro propio peso siempre lo valoraremos, lo que navegamos casi a cuerpo en rafting cargados de adrenalina nos hace sentir vivos. Ante este paisaje uno se pregunta de que materia estarán hechas nuestras emociones, y uno sospecha que algo de estos paisajes están  también dentro de nosotros algo de fuego, algo de volcán, algo de hielo.Algo de agua, algo de sal….
Ahí están, a veces las controlamos, a veces nos sobrepasan, a veces desaparecen y vuelven a surgir por otro lado como la grieta de un glaciar en el polo. Seguramente no es necesario irse tan lejos, pero lo que lo que es seguro es que para escuchar algo de esto hay que salir del ruido y de lo habitual.  

Esa soledad y silencio de la tierra, conecta con la soledad y silencio interior de nosotros mismos. Una soledad  llena de amigos de verdad , y un silencio lleno de propuestas y de retos. Además la mirada del hombre a estos rincones inhóspitos, es también una mirada hacia nuestro interior.  En este espíritu de libertad y aventura detecto que va en paralelo, sentir la tierra como algo nuestro que tiene cosas que decirnos, y sentirnos a nosotros mismo como parte de la tierra ,en la  que a pesar de nuestra diminutez  disponemos a través de estos hombres únicos, de la grandeza de saber que es posible traspasar muchos límites, y que nuestro pequeño y a la vez grande ser humano ,siempre ha demostrado en mitad de la dificultad que es capaz de dar un paso más allá.  



fotografias de este post de Sebastian Alvaro.solo con caracter divulgativo de la exposición. 
   

miércoles, 5 de diciembre de 2012

el árbol de al lado















El árbol de al lado, mi mundo de cerca
mi gran  mundo cercano
al que busco
quiero
cuido
y saludo.
Mi vista de cerca
que quisiera mejorar a pesar de los años.
No importa
si al menos pudiera juntar en mi mente las dos
la de lejos, de miras amplias y horizontes
la de cerca, de lo que tienes a mano
tú mismo
los tuyos
un árbol
el gato…
Fundirla con la de lejos
lo grande
lo desconocido
lo lejano.

martes, 27 de noviembre de 2012

jardin de la casa de Sorolla












El jardín de la casa de Sorolla, es una auténtica sorpresa en Madrid, ese Madrid de inviernos fríos, y tórridos veranos, donde hacer sobrevivir con plenitud a algunas plantas, ni es tarea fácil ,ni se hace por si sola. Como si de un milagro se tratara, en mitad de nuestras especulaciones, de nuestras prisas, de nuestros fríos o sofocos, este jardín ha resistido, prácticamente intacto desde que el propio Sorolla lo diseñara y lo hiciera realidad.  Es  como una miniatura de jardines y  en esa miniatura ,entre los bloques de pisos de la ciudad, adquiere su encanto.
En este jardín, están concentradas ideas y formas, de los de la Alhambra de Granada y el Generalife, y también del Alcázar de Sevilla. La artesanía de raíz árabe,  con sus azulejos trianeros , el arte con sus columnas y esculturas, el sonido del agua con sus fuentes, el color y la vida en sus planteles de arrayanes, mirtos, y  naranjos. Este jardín oasis, abigarrado y  abundante, hecho para los sentidos, y para el corazón. ¡que lejos de los minimalismos actuales! hechos más para la razón y la fría lógica, que tiende a poblarse de soledad.
  
A este jardín , lleno de colores ,de reflejos y ,de brillos, capaces de seducir y hacer vibrar la paleta de un pintor, le faltaba tan solo un color que pudiera flotar en el aire, recortándose contra el blanco de la fachada y el azul del cielo. Sorolla lo encontró  plantando un rosal de rosas amarillas. Este rosal amarillo, ya no está en el jardín, ya que  enfermó a la vez, que Sorolla, que sufríó una hemiplejia de la que nunca se recuperó. Lo mismo le pasó al rosal, que estuvo enfermo, mientras duró todo aquello, y murió, definitivamente cuando murió la otra mitad de Sorolla que fue su mujer Clotilde., unos tres años más tarde de la muerte de este.

Ahora, una exposición de cuadros del jardín, entre los que hay varios que representan este rosal,  ha llenado las salas del museo, de visitantes que disfrutan y contemplan atentos sus cuadros por toda la casa, como invitados de honor, a un palacete privado que celebrara  un evento, lleno de lujo pero también de amor . De tanto ir yo de una sala a otra, y volver, se me empiezan a hacer familiares no solo los cuadros, sino también los rostros de algunos visitantes; alguno que había visto al principio en los tickets de entrada lo vuelvo a ver más adelante , en la sala grande de Sorolla, a otro lo vuelvo  ver en la cocina, y en esa familiaridad que solo te pude proporcionar una casa , al volver a ver a los visitantes, se me hacen enseguida cercanos.  Hay una señora mayor, de pelo blanco, elegante que mira su folleto, y en cuyo rostro uno adivina la belleza de su juventud. Hay tres jóvenes, que andan tomando apuntes, seguramente para un trabajo escolar, y a los que un  bedel, un tipo comunicativo y con ganas de participar les va guiando, y echando una mano: ir a la  sala grande, que allí está otro cuadro del bebé de Sorolla. Una madre de rostro impreciso ,con sus dos hijos casi adolescentes, una señoras mayores americanas, una mujer de mediana edad que acompaña y ayuda a moverse a una persona disminuida, un hombre que me dejó pasar en la cola de entrada porque la persona con la que había quedado no había llegado todavía….y todos nosotros, de una lado a otro contemplando cada uno algo diferente en los cuadros, pero unidos por un mismo sentimiento: a todos nos gusta la pintura de Sorolla , todos la entendemos sin necesidad de que nos la expliquen, y todos salimos mejor que cuando entramos de su casa y su jardín.

En estos casos, uno iniciaría con facilidad una conversación, con cualquiera de estas personas. Con la persona mayor de pelo blanco que resiste su belleza, con la persona disminuida que recibe el cariño de su acompañante, las americanas que están disfrutando de lo lindo, los chavales del colegio, la madre joven de rostro impreciso pero atractivo ,el hombre que andaba con cierto agobio por la espera y que ahora esta ya dentro. En esa familiaridad , silenciosa pero cercana , a uno no le sorprendería que alguien tomara la iniciativa y que pasáramos todos a una sala a tener una puesta en común , sobre el arte o sobre nuestras vidas, sobre los jardines o los cuadros, sobre la vida y el paso del tiempo.

Si me tocara algo que decir, aportaría poco a la pintura de Sorolla , ya que habla por si sola. A lo mejor señalar tan solo, que en su pintura el color flota, como si venciera la gravedad, que me fascina como juega con lo que queda enfocado y lo que no, y de su esfuerzo por buscar sombras en los negros, o luces en los blancos, haciéndonos comprender que a la vista todo es color. Hablaría de su pasión por Velázquez , o del extraño paralelismo con el pintor sueco Zorn , que vivió en sus mismos años, y pintaba prácticamente igual que él.

Pero estos datos no aportarían nada sino mencionara de alguna manera todo lo que hay aquí  de amor y generosidad. De amor, entre Joaquín y su esposa, con el rosal amarillo ahora ausente de testigo. Una mujer ,que sin ser guapa al uso convencional, dispone de una belleza interior, que la hace absolutamente única, y revelada una y otra vez, en los innumerables retratos que le hizo Joaquín, retratos, en como el mismo Joaquín señala se iba revelando una verdad, que era más verdad que la verdad misma.

La pintura y el amor, nos descubren cosas que estando ahí, no podemos alcanzar a ver. Y la generosidad, lo mismo. Todo este museo está  repleto de ella.  La fuente del jardín, es una donación de un amigo escultor al museo, las bellísimas esculturas de Helena, hija del pintor, son una donación también a este espacio, y todo el , toda la casa entera, el jardín y los cuadros un regalo, que nos hizo su mujer ,Clotilde, al estado español, y a todos los visitantes ,que como familiares suyos, hemos estado  esta mañana andando de un lado a otro por su casa, sin conocernos unos a otros y sin embargo  unidos por el lazo de la sensibilidad, de la luz, y de la vida.

pasado y futuro
















me reconstruyes los trozos de mi pasado
quiero agradecértelo con los de tu futuro.


a todas las personas que ayudan a otras,a  las que nos ayudan y a las que ayudamos.  

jueves, 15 de noviembre de 2012

Madrid Rio














La ciudad de Madrid no tiene un río que la atraviesa, sino que es radicalmente al revés: el río Manzanares, humilde pero digno, se encuentra con  una  ciudad en su lento y discreto fluir desde la sierra de Guadarrama hasta el mar Atlántico, una ciudad que como si fuera un evento , le ocurre al río, una ciudad que le ha ofendido y que ahora después de bastantes años, procura ganarse su perdón.  
Con este planteamiento,y esta sutil observación, que ha llevado varios siglos de historia descubrir, dos brillantes pero poco conocidos arquitectos, Francisco Burgos y Ginés Garrido y su equipo de asociados, ganaron un concurso de ideas, para diseñar lo que hoy es una realidad: el Parque Lineal del Manzanares.
En los años 70 ,cuando a nadie le daba vergüenza ni pudor maltratar a un río,  la emetreinta, de  hormigón gris y de  humo de coches se convirtió para todos  en el río de Madrid, dejando en entredicho al río de verdad , y el coche, el entonces flamante coche lo cruzaba, a veces de modos imposibles y sesgados ,subiendo rampas o bajándolas, de una a otra orilla, creando ese follón de nudos y  salidas ,donde al río se le daba la espalda, la puntilla, se le vertía de todo, y para colmo de males se le edificaba todo un estadio de fútbol  encima.
Enterrada la emetreinta, el río vuelve a su ser, a su dignidad humilde de río serrano, dejando ahora al descubierto sus márgenes para poder pasear. Adiós a los coches,y paso libre a los peatones, a las bicicletas,y a los paseos. Recuperar el paseo y volver a caminar  es recuperar muchas cosas,sobre todo  ese  toque romántico de los ríos, donde la afectividad humana mejora. He vuelto a ver los álamos dorados de la ribera del río, que decía Machado, donde los enamorados grababan sus nombres.Sensaciones contrarias a las del  coche, donde la afectividad empeora con sus tensiones y discusiones frecuentes al volante.

Pasear a orillas del río desde el puente de los Franceses, es redescubrir Madrid, el perfil de su hermosa cornisa, y una vez, que acaban  las desafortunadas casas de la avenida de Valladolid,  comienza uno a entender la relación entre la ciudad y el río, la agradable y frondosa , estribación del parque del Oeste,medio oculta por los bloques, y  enseguida, la estación de tren de Príncipe Pío, el Palacio Real, la Almudena, San Francisco  el Grande…. Un perfil bello que se recorta contra el cielo azul de este día de otoño , con sus cúpulas , sus formas,y sus matices de la luz.
Al ir caminando,  uno se encuentra  con naturalidad  en la entrada de la casa de campo,marcada por la Puerta del Rey, una puerta a la que le han quitado las rejas, y que de modo abstracto recuerda que esto antes era privado.  Es mediodía. Los ciclistas empiezan a aparecer, aprovechando esta conexión  que Madrid recupera. Da gusto verlos. Y ganas por supuesto de traerse la bicicleta.

Redescubrir la casa de campo a pie, es un regalo. El aire fresco de la sierra, llega de forma agradable al caminar. El cielo de la ciudad después de unos días de lluvia, está despejado con un azul intenso , la luz, se refleja en las fachadas de los edificios, haciéndolos más blancos y menos grises. Todo es nuevo. A estrenar.
Llego al puente de Segovia, obra de Juan de Herrera, reconstruido después de ser bombardeado en la guerra civil. Han conservado las bolas de granito, que Herrera colocaba sobre bases piramidales en sus obras. Enigmáticas esferas, de una época donde la astronomía y los planetas eran un misterio a descifrar. Pocos años antes de que Herrera construyera este puente, Copérnico, había echado  por tierra el pensar que todo gira alrededor de nuestro planeta, proponiendo que somos nosotros los que nos movemos en el universo. Aquí siguen las esferas, con las sombras que el sol produce en ellas, que a mi recuerdan a las fases de la luna, ayudando a entenderlas, y a comprender algo más de los astros. Saber quien gira alrededor de quien,  también ha llevado muchos siglos de pensamiento , de disgustos, de enfrentamientos y de ofensas como la que le ocurrió posteriormente a Galileo por este asunto, unos cuantos años después de que las carrozas reales comenzaran a usar  este puente. .   

Sigo el paseo. El río es la llaneza que necesitamos para pasear, para ser. Entre lo llano y lo alto, se construyeron tambien los estatus sociales. La llaneza del río, la retrató Goya, hace un par de siglos ,con sus parrandas a orillas del Manzanares, carnavales, y los  bailes populares entremezclados con puntos aristocráticos. Por vez primera parece que hay un interés desde arriba  por la llaneza, que se trasladaba a la pradera de San Isidro, ya que la casa de campo seguía siendo el lugar privado de caza de los reyes. Muchos años después , en la guerra este coto de caza  fue el escenario de bombardeos y refriegas. El Madrid republicano , tuvo que destrozar el puente de  Juan de Herrrera, para impedir que el bando contrario  entrara por ahí. Luego fue reconstruido , y por este o el de al lado llegaban las familias los domingos en los años sesenta a merendar en la casa de campo,o a hacer picnic, vocablo inusual por aquí, ya que los madrileños nunca hemos hecho picnic, sino simplemente ir al campo, con un mantel de hule que marcaba el territorio de cada familia, y a merendar, comer o  lo que fuera. Yo mismo lo recuerdo vagamente, y jugar correteando o  encontrar algún que otro resto de la guerra en forma de casquillo de bala, ,para llevárselo a tus abuelos como si fuera un tesoro, y confirmarte sin ningún interés y cierta pena  que aquello no valía para nada.

El río, en su llaneza, permite que paseemos. No es Praga , ni París, pero es nuestro Madrid, con un río débil, sin capacidad suficiente como para que los enamorados escriban sus nombres en los árboles, pero si quizá para sentir el agradecimiento de saber que el río nos ha perdonado. Hay patos haciendo sus carreras en fila  y algún que otro paciente pescador,que no se si pesca o pasa el rato. De las peñas de la Pedriza , nos llegan sus aguas. De esas escarpadas peñas y pinares que desde la bola del mundo bajan a Manzanares, donde el murmullo del agua si que da para alegrías musicales..A las riberas de los ríos, el agua, iba llenando de vida y alimento a las gentes, a través de las huertas, y sus sembrados. Al río, bajaban a lavar las lavanderas, no hace tanto. Con los años, en las ciudades, y tambien en muchos campos, edificar viviendas fue haciéndose mas rentable que cultivar garbanzos. Y aquello fue edificándose con prisa, de cualquier manera, como esas casas anodinas que ahora vemos en las márgenes del río. Y así, poco a poco, todo se iba llenando de viviendas y vaciándose de garbanzos, hasta que un empacho de viviendas indigestó a los señores feudales del suelo, que andan intentando digerir la comilona, con eso que se ha llamado el banco malo.

Y ahí andamos. Conquistada la llaneza del río, la bicicleta del domingo, la europeidad de la ciudad y su urbanismo, arriba los poderes debilitados del palacio y de la catedral, que andan pidiendo perdón, uno por lo de los elefantes y el otro  aún  dando vueltas a lo de Galileo, rebajados sus humos ,un nuevo feudalismo, en forma de deuda viene ahora a atenazarnos.  El señor feudal del medievo se paseaba a caballo por sus campos acojonando a vasallos, con su sola presencia. Pero el feudalismo del siglo veintiuno, no tiene rostro. Es abstracto. No sabemos quien es, ni de que país; es un sospechoso que nos tiene con el agua al cuello.
Bajo el Palacio Real , ahora ondea enhiesta una gran bandera  europea,  a la que los paises como el nuestro, Grecia , Italia y Portugal, miramos cada vez con más recelo. Arriba del Palacio Real , en una esquina ondea una bandera de España, pero no queda claro, si es una bandera de la patria, o una bandera que algún bedel de guardia ha colocado con motivo del Mundial o la Eurocopa.

Me marcho, subiendo por la cuesta de San Vicente, y vuelvo la vista para ver el río. Desde esta parte alta uno ve el río en el horizonte. Uno se pasa la vida viendo lo que no tiene a mano. El río, ya lejano, la casa de campo al fondo, el otoño, con sus tonos cambiantes…. Desde aquí un saludo a nuestros paises hermanos en esto de la deuda , a Heráclito, filósofo griego que nos enseñó que todo está en un continuo proceso de nacimiento y destrucción, sabiendo de su mano,  que en los mismos ríos entramos y no entramos pues somos y no somos los mismos; a Lisboa,la bella y blanca capital portuguesa a la cual  llega no se cómo algo  de aquí, y que en este sentido compartimos la misma agua, lo mismo que dos hermanos comparten la misma sangre sin que eso signifique que vayan a hablarse en la vida mucho o poco,  y a Italia, patria de Galileo, ese observador de las sombras lunares que yo he visto en las esferas del puente de Segovia, y que nos enseñó, que a pesar de las apariencias y lo de toda la vida, a base de observación y talento uno puede descubrir quien gira alrededor de quien. Ahora todos de patrias, con el agua al cuello, por la deuda, a nuestro hombre feudal abstracto, avaro, oscuro y sin rostro del siglo veintiuno.

jueves, 18 de octubre de 2012

contigo el mismo mar













Si puedo compartir contigo el azul
Si puedo compartir contigo el mismo mar
Si puedo compartir contigo el mismo horizonte
Medio camino ya está hecho.
Que fácil lo demás.

Si puedo compartir contigo el amanecer
Si puedo compartir contigo la alegría
Si puedo compartir contigo la libertad
Medio camino ya está hecho
Que fácil lo demás.

Si puedo compartir contigo la luz
Si puedo compartir contigo las estrellas
Si puedo compartir contigo la luna
Medio camino ya está hecho
Qué fácil lo demás.

lunes, 8 de octubre de 2012

Las puertas del Prado
















En el Museo del Prado, ese gigante del neoclasicismo del  Madrid de Carlos III, realizado de la mano del excelente arquitecto Juan de Villanueva, se concentra el profundo conocimiento que este arquitecto había adquirido de la arquitectura clásica en sus estancias en Italia, junto con ideas de nuestra cultura y tradición como el monasterio del  Escorial, de bastantes años atrás. De su mano y de la de Carlos III ,Madrid adopta un aire nuevo, ilustrado, científico, y racional, cuyas huellas más evidentes son , el Jardín botánico, El Observatorio astronómico,o la Puerta de Alcalá de Sabatini  .  
Entre las muchas características de su arquitectura está la simetría como elemento ordenador, de ahí que ampliar el Prado, por cualquiera de sus laterales hubiera sido un error que hubiera puesto fuera de juego el propio edificio. Al final, Moneo da con la clave del asunto, y acomete  el difícil problema de su ampliación a base de meternos por la tierra y aparecer por otra parte, en este caso el Claustro de los Jerónimos, monasterio que nos habla del gótico, de lo poco gótico que hay en Madrid. Este mismo truco, ya lo había hecho en el Museo de Arte Romano de Merida con excelentes resultados. Y si bien la lucha mediatica contra los partidarios de no tocar el Claustro fue enorme, hay que reconocer que Moneo ganó esa batalla como muchas otras.
Una vez claras las ideas de por donde ampliar, Moneo resuelve el aspecto exterior del edificio con una idea ecléctica entre un templete dórico sobre un plinto, y un edificio de aspecto cúbico de tradición moderna ,nítida de líneas y volúmenes. Una superposición de ideas que van desde la Grecia antigua hasta Escandinavia . Al final nos encontramos  todo un  juego de tiempos,y de estilos , más parecido  a la historia de la filosofía o del arte en  las que siempre se sigue  contando con lo anterior ,que a la historia de la tecnología,en la  que el pasado queda  obsoleto enseguida. Estar por allí a a mi recuerda a ese profundo verso de Jorge Guillen, todo está concentrado de por siglos de raíz en este minuto eterno para mi .
A todo este misterio de lo que somos nosotros y de lo que es el arte, le faltaba ponerle puertas, que con gran acierto e intuición Moneo encarga a nuestra gran Cristina Iglesias, cuyo estilo añade más a la memoria, como si conociera ese verso de Guillen , y estuviera dispuesta aportar tanto como le sea posible.
En esa sensibilidad de la luz y la memoria que hay en su obra , Cristina se mueve por el tiempo al igual que por el espacio, como si no hubiera pasado, y si los arquitectos nos remitimos a Grecia, ella no tiene empacho en remitirse más atrás aún , a tiempos que a mi me recuerdan al megalítico, con esas piedras enormes que ponían de pie, como en Stonehenge,  donde el hombre descubre su pequeñez, lo mismo que nos ocurre con sus puertas
Y puestos a meter más memoría hay anda todo el barroco, con su juego de apariencias, con su teatralización de la vida, y su gusto por lo vegetal ,en el que hay que acercarse, tocar ,dudar, esto es hierro,barro  o plástico? Esto que se me presenta a los ojos es real o pura apariencia. Buena pregunta.
Y en  ese rastro de estilos,  y de tiempos , falta una referencia , a ese artista descomunal que fue Gaudí, y que el racionalismo del siglo xx , le ha tenido en un extraño apartheid a excepción de contados arquitectos y artistas, Al igual que la entrada a la Sagrada Familia, Cristina  nos habla de naturaleza ,una naturaleza en el tiempo, casi fósil, donde la vida se ha hecho materia inerte desgastada, por el tiempo. Una naturaleza quieta, que al igual que Stonehenge  nos remite a nuestra memoria más antigua, revelandonos los muchos años que nuestros cerebros llevan por aquí, valorando luces y sombras, oquedades, y refugios.  
Esa valoración de la luz, tiene su paralelismo con lo que somos, con nuestra mente, que entre las muchas puertas oscuras que se nos presentan, en alguna conseguimos atisbar una rendija de luz, una intuición, que nos indica que por ahí puede estar la puerta que sin saberlo buscamos.
Como oí a un escultor japonés ,Etsuro Sotoo, que trabaja esculpiendo por las alturas de la Sagrada Familia, no es el tiempo el que pasa , somos nosotros los que pasamos a través del tiempo. Ese tiempo, que puede concentrarse, por siglos, de raíz, al sentarse un rato en los jardines , y contemplar las Puertas del Prado, hermoso nombre del que al igual que el paraíso , puede ser que fuésemos expulsados, pero del que siempre nos quedará el recuerdo y el consuelo, de poderlo ver concentrado en ese minuto eterno, para mí.

Mientras
















Mientras caminabas
la propia marcha
tu corazón marcaba

Mientras descansabas
nuevos tejidos
tus sueños hilaban

Mientras callabas
en el  silencio
algo nuevo germinaba

Mientras buscabas
tus ojos hallaban los tejidos
que el sueño hilaba

Mientras te amaban
un nuevo cauce en tu mente
se creaba.

Mientras tu amabas
ese cauce creado 
se llenaba.

lunes, 1 de octubre de 2012

La vibración de los árboles.


Cuando yo era pequeño, a primeros de los setenta, los grupos musicales de jóvenes tenían nombres como recién salidos del campo que hoy nos pueden parecer muy ingenuos, Mocedades, Trigo Limpio, Aguaviva, Nuestro Pequeño Mundo…. Había una apelación a la bondad, como hilo conductor, que se perdió pocos años después en el que el nombre de los grupos fue cambiando, en beneficio de lo creativo en si, sin ninguna apelación moral o catequizante. 
En esos grupos, los coros, los grupos de amigos, compartían la emoción de verse juntos chicos y chicas, inclusos provocando parejas entre ellos que más tarde podrían ser el germen de una nueva familia. Las canciones podían valer en muchos casos para la radio, o para misa, como aquellas animosas canciones de Maria Ostiz, porque la radio y la misa eran a menudo parte de lo mismo.  
En ese contexto cultural, recuerdo haber presenciado de niño un concurso de canciones en uno de esos encuentros de juventud y tiempo libre, a los que podíamos ir por Navidades en los recintos feriales que entonces quedaban por la Casa de Campo y  que fue ganado por un dúo de dos chicas jóvenes de voces bien acompasadas, cuyo estribillo era algo así como " A los árboles los mueve el viento y a los enamorados el pensamiento."
Esto que ahora puede parecer cursi y extraño, era normal. Versos pueriles, pero que en el fondo, con otro formato han continuado en las letras de toda la música pop, que es la que se encarga de nuestra educación afectiva, de hacer de los sentimientos amorosos, algo global. Y este verso, a base de oírlo como 30 veces en la canción, se me quedó grabado, como otros muchos, porque en la niñez el amor es algo que se atisba, algo que queda muy cerca y muy lejos, como saber cuando eres niño que llegará un día que puedas viajar solo en ascensor cuando cumplas 14.
Hace un tiempo, no sé donde, leí que a los árboles no les mueve el viento, sino ellos mismos. La ciencia es una historia de negaciones, de equivocaciones sucesivas, que al igual que el amor nos van complicando la vida. Esa vibración de hojas que a veces observamos, es una sacudida que el árbol realiza para liberar un exceso de energía. La vibración del árbol no ha pasado desapercibida a los finos poetas, como a Jorge Guillen (un alamo vibró, las hojas plateadas sonaron con amor) o a ese poeta del hierro que fue Chillida que dejó escrita esta sutil observación: Algo que yo no sé sabe la hoja que vibra en aquella rama.
En cuanto a los enamorados, ¿es el pensamiento lo que les mueve? De momento la ciencia no ha dicho otra cosa. Un pensamiento en forma de obsesión, del que en el fondo las canciones nos han seguido diciendo cosas parecidas: me cuesta tanto olvidarte, si volviera a nacer, no hago otra cosa que pensar en ti, me muero por conocerte etc.
¿no será la toda la música y sus letras lo mismo que les pasa a los árboles, la forma de liberar energía, energía enamorada?

viernes, 28 de septiembre de 2012

besos













Me gusta esta foto, está hecha en una playa de Portugal, en nuestras escapadas de surf.  
El pequeño, enlaza a los dos mayores, y los celos se disipan…
¿Qué sería de los hermanos sin los besos?
¿Que sería de nuestros celos sin los besos?
¿Que sería de nuestra sangre sin los besos?
¿Que sería de nuestro temor sin los besos?
¿Que sería de nuestra soledad sin los besos?
¿que sería de la ironía sin los besos?
¿Qué sería de nuestra risa sin los besos?
¿Qué sería de nuestro llanto sin los besos?
¿Que sería de la vida sin los besos?

Madrid y Chillida. Lugar de encuentros.

 















A Madrid le cuesta encontrar su identidad en una forma ya que a ella pueden llegar todas las tierras en forma de arte, de modo que Madrid  puede no ser más que un  lugar de encuentro de todas ellas, configurando no una ciudad sino un eco de sitios , del Pais Vasco, con su fuerza y su luz oscura en las obras de Eduardo Chillida,  o del Mediterraneo con su color y luz clara en el mural de Miró del palacio de Congresos ,  o de Austria en sus tejados de la Plaza Mayor y alrededores, o de Francia en el Palacio Real, de Chicago en la Gran Vía, de Sudamerica en  sus Boteros colombianas,o de Egipto en su  templo de Debod.
Madrid, es un eco, y un punto. Tan artificial, como ahora esas ciudades de Quatar, donde edifican con reproducciones de monumentos del mundo, un hotel con forma de pirámide egipcia, o una torre que simule la de Eiffel,y donde puedes encontrarte evocaciones de cualquier sitio,porque todo lo admite.  Madrid,a su manera también, y van quedando entre sus  anillos concéntricos de  árbol,  de circunvalaciones de hormigón,  ideas que llegan ,atraviesan, se quedan o se van. No podemos encontrar una identidad propia. La identidad es el encuentro mismo. 
Encuentro es diálogo.Y diálogo es el esfuerzo por encontrar un punto de unión. De esto entiende Chillida..Esta palabra, ha quedado en el olvido, pero a mi me viene a la memoria una publicación de aquellos años con el poético título de , Cuadernos para el Dialogo, que me temo habría que recuperar hoy.  El lugar de encuentro, no es algo que se manifiesta a primera vista. Hay que estar constantemente descubriendo el lugar del encuentro, y construyéndolo. Todas nuestras vidas son paralelas, pero puede haber lugares comunes,un punto de confluencia. 
El decía que no le interesaban las formas, sino lo que pasaba entre ellas. Excelente reflexión. Aplicada socialmente , sería dar más importancia a lo que pasa entre nosotros que a nosotros, mismos o al menos la misma importancia. Madrid, es lo que pasa entre sus edificios,sus monumentos ,sus sitios, y por supuesto entre sus gentes.   Madrid, no es una imagen, sino muchas. La identidad de Madrid es no identificarse con su tierra,una tierra , que a lo más da melones, y como mucho fresas,a orillas del Tajo en Aranjuez. A falta de tierras sugerentes, debemos de conformarnos con ausencias  y con ecos. Madrid no es un milagro de la naturaleza, sino algo que le ocurre al campo manchego, un Chinchón  grande, una Alcalá crecida., un pedregal  si vienes desde el norte ,y  a lo más una agradable dehesa si vienes desde el oeste. Madrid, no es nada sin el encuentro.En Madrid ,aparte del milagro de nuestra sierra,como mucho hay parques y extraños  jardines,  tan artificiales como sus edificios, ecos de otro lugar,como el parque del retiro que es un eco de Austria, la Quinta de los Molinos,con sus almendros que es un  eco de Alicante,o el parque del Capricho que es un eco de  Roma.
Sus lugares autenticos,son o eran sus bares, con sus porras grasientas, su café fuerte, su aglomeración estresada, donde tomar un café, era pelearte, conseguir ser oído, un encuentro en la batalla. Madrid era aglomeración, carrera, ir corriendo, sobrevivir. Madrid no es un lugar concreto, sino un sitio lleno de lugares,rincones de paz o de bulla, que cada uno descubre a su manera, que no quedan en el consciente colectivo, porque son lugares de retiro, casi secretos, que cada uno va descubriendo en la vorágine. Lo demás , más de lo mismo , ecos o franquicias de todo el planeta que a base acostumbrarte hacen que pueda parecer auténtico un restaurante ruso en la plaza de la Paja, un peruano en Chamberí, o un japonés en Atocha.
Porque la fuerza de Madrid es el flujo de gente. El río en Madrid no es de agua sino de gente..Al revés que las ciudades con mar Madrid es un lugar bañado por la gente,y por la luz de su  cielo,y por una manantial oculto que queda en su interior. La tierra, lo que se dice la tierra es otra cosa. La madre naturaleza, y sus fuerzas telúricas de las que nos habla Chillida, aquí llega en baja forma, con poco río y sin mar. Una naturaleza poco generosa, poco artista. Aquí había un escuela, que se llamo la escuela de Vallecas, que practicó un surrealismo del yeso, como los campos de Arganda, y luego estuvo la literatura de la escasez, como el viaje a la Alcarria.En  Madrid, cabe todo porque no hay un punto de partida sino de llegada.
A este Madrid abierto, llegó esta obra de Chillida,llamada LUGAR DE ENCUENTROS,  y estuvo un tiempo almacenada hasta que se encontró un lugar, un tanto extraño, que es bajo un puente, algo desamparado, y no el más hermoso de los sitios porque las obras de Chillida dependen de la luz . Mi primer encuentro con su obra fue  en el Palacio de Cristal, interesántisima exposición muy lejana en el tiempo, 1980, pero que mantengo viva en la memoria.  Lonas en el techo para tamizar la luz de ese espacio transparente y la luz llegando a sus piezas de alabastro,de piedra o de hierro. .Chillida construía  catedrales imaginarias,  que se inundaban de luz, como quien llena una piscina de agua. Había una vocación grande y expansiva, conseguida desde lo pequeño y lo acogedor. Luego tuve la ocasión de visitar alguna vez el Chillida Leku, y comprender su obra desde otra dimensión. Desde la magia del lugar, desde un aspecto espiritual, casi sagrado. La última vez , hará tres años que fui a San Sebastian, para el concurso de la universidad gastronómica, y aproveché para revisitarlo.
Era un sábado por la mañana, y mi hijo tenía ese día partido de fútbol en Madrid. . Llamé a Victoria ,mi mujer,desde allí a ver que tal había ido la cosa. Era antes del mediodía, y me dijo que los padres estaban en plena tangana , pegándose unos con otros por cualquier tontería, cualquier provocación. Yo en aquel rincón de paz, en una especie de sacritud laica, que pudiera enlazarse con muchas cosas, desde la música cristiana de Bach, a lo budista o zen me llamaba la atención ese constraste entre la paz conseguida y la violencia de pacotilla de unos padres gallitos.
Lugar de encuentros, es un autoretrato de Chillida,a la vez que un autorretrato de su tierra. La fuerza vencida, lo duro acogedor, es una construcción dialogada de la solidez,en forma de mole. Tu mismo eres el el lugar. Tu mismo eres el encuentro. Tu persona, es la que se capacita para ello. Lo duro, y lo pesado pueden vencerse con el trabajo y la fuerza, y lo acogedor, ¿no será la vertiente interior de la madre?. Toda nuestra vida es encuentro y diálogo,empezando por nosotros  mismos. Lo duro con lo grácil,lo duro como fuerza que te empuja, lo acogedor como fuerza que te abraza. Algo de esto hay en el tipo de hombre que gusta a muchas mujeres,duro y sensible a la vez,algo contradictorio, pero que puede darse unido.
Atrás quedó la fuerza del bosque. Ese claro mágico que es el Leku de Chillida. Solo entonces comprendí de que iba esto. El Leku no puede desplazarse. Como  a los lugares de peregrinación hay que ir allí. Aquí en Madrid debemos conformarnos, con ecos , con voces que nos avisan, que nos hablan, de algo que ocurre en otra parte. Otra luz,otro bosque. No se puede tener todo y sin embargo todo o casi  todo llega hasta aquí.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

entre tu y yo













Entre el uno y el dos
existe un infinito
Entre el naranja y el rojo
hay un límite sin nombre
hay una ausencia…
Entre las hojas y el aire
entre el mar y la arena
entre el cielo y la montaña
¿Qué habrá?
Que espacio habita este encuentro?
Entre la noche y el día
entre el vientre y la luz
entre el fracaso y el éxito
entre el odio y el amor
entre el mal y el bien
entre una nota y la siguiente
entre mi palabra y la tuya
En ese espacio sin lugar
el tiempo parece detenerse.
Entre la depresión y la euforia
entre el llanto y la risa
entre la vergüenza y el descaro
En tierra de nadie
en la frontera desahabitada
donde nadie gobierna que se sepa
a excepción de la libertad.